El arte y las casas de subastas 

Actualmente el mercado del arte mueve entre 60 y 70 mil millones de dólares  anualmente y las subastas representan el 20% de ese mercado. Comprender el rol de  las subastas en el mercado del arte es entenderlo como uno de los cuatro pilares del  mercado actual: ferias de arte, galerías, mecenas y subastas. Formalmente una subasta  es una venta organizada, generalmente pública, en la que un comprador que paga la  cantidad mayor obtiene a cambio una obra. Es el mecanismo a través del cual el precio  se convierte en el valor de mercado en tanto que alguien paga por ella en  competencia con otro comprador. Además de este formalismo de transacción  monetaria al fijar el precio, en el mundo de arte, las casas de subastas fungen como  filtros de valoración y validación de una obra.  

Las galerías son el primer eslabón, son el puente principal entre artistas y  compradores. Son las primeras en validar y legitimar el trabajo de un artista y las  promotoras en ferias, bienales y coleccionistas. Para que una galería de arte practique  este ejercicio de validación también pasa por un periodo de filtración y legitimación  hasta obtener un reconocimiento tal que valide la elección de artistas y obra. Los  discursos, la calidad, el tipo de galería, el lugar donde se encuentra, la participación en  las ferias, los coleccionistas y por supuesto, sus alcances presupuestales son factores  determinantes para el posicionamiento de una galería de arte y por ende, de los  artistas a quienes representa.  

Un segundo engrane de esta mecánica del mercado del arte son las ferias. Son un hub,  un punto de encuentro en el que se dejan de lado las fronteras geográficas, en las que  la oferta de obras se presentan en un mismo espacio. Las galerías se acoplan a las  limitaciones de diseño de donde se realizan las ferias que usualmente, son en centros  de convenciones. Se da un entrecruzamiento de propuestas, galerías, curadores,  artistas, coleccionistas, directores de museos que no sólo van a comprar sino a ver,  opinar, criticar, seleccionar, adjudicar, validar, legitimar. Ser partícipe como galería en  una feria de arte también requiere de un proceso de validación. Primero por la galería  misma y sus artistas, después por el comité de selección de la feria y por supuesto y  por último de los coleccionistas en tanto las transacciones de compra venta que se  hagan durante la feria. Las mismas ferias deberán tener un prestigio tal dictaminado  por el tipo de galerías, la cantidad y la calidad de obra que se presenta, los montos de  transacción, los venues, los curadores, la publicidad, los patrocinadores y la longevidad  en el medio del mercado del arte internacional.  

Los mecenas existen desde la edad media, son quienes desde sus inicios se han  encargado pedirle a los artistas producir obra a comisión y al mismo tiempo de  empujar su carrera creativa. Comisionan, promueven y fondean o patrocinan la  producción de su quehacer artístico y cuando les gusta, es de conveniencia que esta  promoción perdure para que el valor incremente y que la que poseen no pierda valor,  sino incremente. Apoyan el sentido económico y además el de validación con sus  propios medios; son parte fundamental de la mecánica que mueve al mercado del arte  desde sus inicios.  

En tanto a las subasta de arte, en términos estrictos su papel en el mercado es  formalizar el mercado secundario. Es decir que una obra u objeto se venda por  segunda vez y por ende, adquiera valor de mercado. Se trata de un ejercicio de  legitimación.  

En principio, las casas de subastas son las responsables validar la autenticidad  de la obra cuando estiman un valor determinado. Es decir se adjudica un monto  mínimo uno máximo y para estipular el precio de salida. El precio de venta se  convierte en el valor de la obra al ser vendida al mejor postor.  

Entonces ¿para qué sirve una subasta de arte? la respuesta inmediata y concreta  es para legitimar, validar y valorar una obra de arte. Aunque parezca sencilla la  respuesta existe un bagaje discursivo importante que está detrás de estos dos  verbos. Me remitiría rápidamente al Orden del discurso de Michel Foucault 1 para entender los mecanismos de validación y legitimación de los discursos y  cuáles son las consecuencias de estos procesos.  

El proceso de una subasta de arte inicia cuando un coleccionista o propietario somete  a consideración una obra de su posesión se venda y la manera más eficaz es una  subasta. Posteriormente, los expertos de las casas de subastas realizan una valoración  fundada en diversos criterios para estimar un precio y revisar la autenticidad. Algunos  de esos valores son la procedencia de la obra, las condiciones en las que se encuentra,  la autoría y su trayectoria, la relación con otras obras del autor y por supuesto, el contexto de su creación o producción. Este proceso de selección, validación y  valoración le adjudica una legitimación al objeto para otorgarle un precio. El valor en  mercado se confirmará a la compra por el mejor postor.  

Además de ello, las casas de subastas consideran como factor importante el mercado  ideal de salida para la obra, en qué cuidad, en qué subasta y cuándo será ideóneo  sacarlo a venta. Una vez que se realiza este proceso, se formaliza un contrato con el  vendedor para después integrar la selección total de las obras a vender.  

Las casas de subastas hace una catalogación formal previo al día en que se llevará a  cabo la subasta. En ese catálogo se encuentra toda la información necesaria de la  obras disponibles junto con la estimación de los precios. Usualmente los posibles  postores o compradores revisan con detenimiento los catálogos para obtener  información adicional y tomar una decisión sobre la obra a pujar y cuál sería el monto  máximo a ofrecer.  

Más allá del catálogo resulta imprescindible que el día de la subasta las obras se  muestren en vivo. No es lo mismo verlo en una foto que capturar las virtudes de una  obra de arte en vivo. No sólo se trata de transacciones, valoraciones, pujas y juegos de  mercado, también es innegable hacer énfasis en que una obra puede generar  satisfacción y muchas otras sensaciones de conformidad y ello, promueve que una  persona tenga el deseo de poseerlo.  

Posterior estos pasos, se formaliza el cumplimiento de la compra – venta, cada casa de  subasta tiene su propia reglamentación. Siempre habrá requisitos administración para  los procesos y la entrega de la obra a su nuevo propietario.  

Muchas veces las casas de subastas realizan ventas privadas con negociaciones  exclusivas con compradores dependiendo de los coleccionistas, la obra, la propia casa  y los posibles compradores. Aunque es indudable que la competencia de quienes  ofertan, el juego de la puja y el papel de subastador resultan emocionantes y  atractivos.  

Las subastas datan desde la edad media, existen desde entonces subastas de todo  tipo de objeto que se realizaban con el mismo fin: vender al valor más alto por posible.  Es desde el Renacimiento que el arte se empezó a subastar. El mercado del arte hoy  en día es el único mercado que no depende del mercado de las bolsas de valores. Las dos casas de subastas más grandes e importantes del mundo, nacidas en Londres a  finales del siglo XVII son Sotheby’s y Christie’s. Son estas dos las que tienen los records más altos en términos monetarios de ventas de obra de arte.  

En este juego de validación y legitimación hay un factor de prestigio tanto para los  artistas, las galerías, las propias casas de subastas, los coleccionistas y lo que  determina el propio juego del mercado del arte según el orden de discurso. Pues no  es coincidencia que los récords de venta se rompan con frecuencia y que una obra de  arte como Salvator Mundi de Leornado da Vinci subastado en Christies en 2017 en  Nueva York, haya sido vendido $450 millones de dólares.  

 Natalie Gama Pourdanay  Dic 8, 2020.  

Michel Foucualt. El orden de discurso. Tusquets Editores, S.A. Barcelona, España. 2002. 1

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