Iker Ortiz

Hay un taller de espíritu minimalista en la colonia Roma de la Ciudad de México donde el olor a oro, plata y corian llena el aire. Todos los días, joyeros, orfebres y diseñadores, todos obsesionados con la perfección, trabajan apasionadamente para transformar el metal en arte. El hombre detrás de todo esto es Iker Ortiz.

Iker es un personaje singular. Con vocación de arquitectura y alma bohemia, siempre se viste de negro, manteniendo la esencia -menos es más- que vive y respira en su taller. Examina cada pieza mil veces como un artista que no puede conformarse con nada menos que la perfección. Quitándose las gafas de montura negra, enfoca su mirada y mente en cada anillo, encontrando la manera de convertirlo en una pieza conceptual única. Él cree que cada uno de ellos tiene una historia que contar y cada joya que pasa por sus manos habla por sí misma. Un diseñador mexicano dedicado a la creación de anillos atemporales, pulseras, collares, gemelos y más al combinar con éxito la tecnología industrial con la sofisticación de la artesanía hecha a mano.

El pasado, el presente y el futuro de Iker se encuentran dentro del oficio de orfebrería. Heredero de una familia de joyeros que se remonta a cuatro generaciones, fue desde muy temprana edad que fue aprendiendo de su padre a andar en bicicleta a la vez que se le mostraba el camino hacia su propio trabajo. Un camino que eventualmente llevaría a ese trabajo a lograr el reconocimiento más allá de México, en las principales ferias de diseño del mundo celebradas en Londres, Barcelona, Ámsterdam y Nueva York.

Cada año, Iker Ortiz crea y entrega al mundo una nueva colección que rompe las convenciones en la que el platino, el titanio, el acero inoxidable, el corian, la plata, el oro, las piedras y los diamantes, se convierten en piezas de arte contemporáneo que trascenderán el tiempo.

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